El día ya tiene olor a fiesta
y mi mente viaja entre recuerdos.
El árbol lleno de regalos
mi corazón lleno de vacíos.
Las luces encendidas
anunciando la llegada del mesías
y mis ojos buscando la tuya
parpeando en el cielo.
Quizás el firmamento,
en un golpe de suerte,
me lance una estrella esta noche,
que me conceda el milagro de volver a verte.
Porque no hay felicidad si no tengo tus ojos,
Porque la dicha estará siempre
al final de tus brazos,
Porque las agujas del reloj que marcan otra vez las doce
tendrán de nuevo sentido,
cuando el brindis no sea por ti
sino contigo.
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