Cuentas claras

Devuélveme los años de dicha que te regalé.
Devuélme el tiempo que pasé contigo.
Devuélveme una a una las caricias.
Devuélveme la piel.
Devuélveme los pasos recorridos juntos.
Devuélveme la vida y pon este tacómetro donde estaba cuando te conocí.
Devuélveme lo sueños que te di.
Devuélveme a la verdad en que creía antes de encontrarme con la tuya.
Devuélveme la calma que tenía sin tus ojos.
Devuelveme el cielo que sabía mirar.
Devuélveme las ganas, esas mismas que tuve un día antes de entrar en tu cama.
Devuélveme los besos y el sabor de la vida sin despedidas.
Devuélveme la claridad que tenía sin tu sombra.
Devuėlveme lo que hice por tí sin esperar nada a cambio.

Parece ser que olvidaste que te apuré el paso,
que te abrí el cielo,
que te llamé el sol
y que la estatura que tiene tu vida ahora,
se la debes a la escalera que te puse un día.

Comentarios

  1. Hermosa poesi ,refleja un poco el momento que estoy viviendo,escribes precioso.

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  2. feliz dia de la mujer,eres una mujer muy especial.

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  3. Felicitaciones por ser Seleccionada para la primera antología "Amor por la poesía" en España.

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  4. espero y te guste mi escrito no soy tan bueno como tu pero hay momentos en los que me inspiro. te lo mando en dos partes.

    Como casi siempre, al descubrirse, el desnudo y la desnuda se asombran de sus desnudeces.
    El es el primero en quebrar el encantamiento y la inercia. Sus manos se ahuecan para buscar y encontrar los pechos de ella, que al mero contacto lucen, se renuevan. Entonces, acariciando persuasivamente entre índice y pulgar los extremos radiantes, él dice o piensa: “No es que carezca de sentido de culpa, pero la verdad es que no me atormento. Las sensaciones vienen y se van, son aves migratorias, y cuando vuelven, si vuelven, ya no son las mismas.

    Las colonizadoras manos de ella acarician la colonizada espalda de él, y empiezan a invadirlo, a abrazarlo, a tenerlo. Entonces ella dice o piensa: “Todo eso lo sé. Y sin embargo, en mí hay una vocación de permanencia. Es obvio que el futuro está lleno de amenazas, de riesgos, de inseguridades, pero yo creo (de creer y de crear), para mi uso personal, un cielo despejado. Vos te aferrás al instante, ése es tu estilo. Mi instante, en cambio, quiere ser prólogo de otro. Algo o alguien puede matar mi futuro, pero que sepas que mi futuro no es suicida”.

    Ahora la boca del hombre se ha detenido en la oreja de ella y opta por pensar o decir: “Sabes una cosa? Tu oreja no siempre está desnuda. Sólo lo está cuando vos lo estás. Me gusta tu oreja desnuda, tal vez como una consecuencia de que me gustás así, como estás ahora. Después de todo, tenés razón: el instante es mi estilo. Es allí que lo juego todo. Beso tu oreja como si nunca hubiera besado otra oreja. Por eso tu oído escucha estas palabras que nunca escuchó antes. Ni dije o pensé antes. El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, es un puño de vida. El amor no es repeticion

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  5. Como casi siempre, al descubrirse, el desnudo y la desnuda se asombran de sus desnudeces.
    El es el primero en quebrar el encantamiento y la inercia. Sus manos se ahuecan para buscar y encontrar los pechos de ella, que al mero contacto lucen, se renuevan. Entonces, acariciando persuasivamente entre índice y pulgar los extremos radiantes, él dice o piensa: “No es que carezca de sentido de culpa, pero la verdad es que no me atormento. Las sensaciones vienen y se van, son aves migratorias, y cuando vuelven, si vuelven, ya no son las mismas.

    Las colonizadoras manos de ella acarician la colonizada espalda de él, y empiezan a invadirlo, a abrazarlo, a tenerlo. Entonces ella dice o piensa: “Todo eso lo sé. Y sin embargo, en mí hay una vocación de permanencia. Es obvio que el futuro está lleno de amenazas, de riesgos, de inseguridades, pero yo creo (de creer y de crear), para mi uso personal, un cielo despejado. Vos te aferrás al instante, ése es tu estilo. Mi instante, en cambio, quiere ser prólogo de otro. Algo o alguien puede matar mi futuro, pero que sepas que mi futuro no es suicida”.

    Ahora la boca del hombre se ha detenido en la oreja de ella y opta por pensar o decir: “Sabes una cosa? Tu oreja no siempre está desnuda. Sólo lo está cuando vos lo estás. Me gusta tu oreja desnuda, tal vez como una consecuencia de que me gustás así, como estás ahora. Después de todo, tenés razón: el instante es mi estilo. Es allí que lo juego todo. Beso tu oreja como si nunca hubiera besado otra oreja. Por eso tu oído escucha estas palabras que nunca escuchó antes. Ni dije o pensé antes. El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, es un puño de vida. El amor no es repetición”.

    La mujer mueve la cabeza hasta que sus labios rozan los de él y entonces dice o piensa: La repetición está en el comienzo y es como un eco, un recordatorio de la piel. A mí siempre me enternece recordar la piel, pero sobre todo que tu piel me recuerde tu piel, pero tu cuerpo y mi cuerpo nunca son los mismos. El sexo que hoy vas a ofrecerme no es el mismo del sábado pasado ni será, estoy segura, el del próximo martes, y el surco mío que lo reciba tampoco es ni será el mismo. El amor es y no es repetición”.

    Él se aparta un poco para mejor unirse, o sea para que sus manos, y de a ratos sus labios, puedan ir recorriendo colinas y hondonadas, rincones y llanuras. La piel de ella alternativamente se eriza o se abandona, en tanto que allá arriba la boca se entreabre y los ojos comienzan a cerrarse. Entonces él piensa o dice: “Cómo voy a programar o a calcular el amor de mañana o pasado, si tengo aquí esta concreta recompensa que sos vos, hoy? No te engaño si en este momento te confieso que te quiero toda, cuerpo y alma y alrededores ¿Cómo no preferir mirarte a vos, que sos la vida o por lo menos una de sus más incitantes imitaciones?”
    Ella:
    “Quisiera tenerte siempre, pero me resigno a tenerte hoy. Quizás la diferencia resida en que mientras tu goce es explosivo, fulgurante, el mío, que acaso es más profundo, tiene ojeras de melancolía. No puedo evitar prever desde ahora, junto al buen azar de tenerte, el anticipo de la nostalgia que sentiré cuando no estés. Ya lo sé. Demasiado lo sé. Todo está claro. Todo estuvo claro desde el vamos. Pero que me resigne no incluye que te mienta.
    La mujer se estira en toda la extensión de su piel, abre brazos y piernas. Siente que la boca del hombre va ascendiendo a su boca y cuando por fin cada lengua se encuentra con su prójima, ambas proponen o resuelven o gimen: se acarician, se besan, se respiran, se confunden, se enlazan, se entrechocan, se reviven, se iluminan, se juntan, se desfallecen, se entregan. «Qué importa si es o no repetición, qué importa si es prólogo o desenlace. Están. Son. Una y uno. Dejemos que la muerte nos odie desde lejos. Desde muy lejos. Somos. Estamos. Tan cerca de ella que es ella. Tan cerca de él que es él. Se unen. El mundo queda fuera, con sus culpas, sus deberes, sus ropas.

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  6. El desnudo y la desnuda son únicos testigos del amor sin testigos. Uno sobre otra, o viceversa, la humedad de sus vientres es de ambos, únicos en el mundo, por fortuna olvidados». Entonces ella piensa o grita: «Vení», y él canta o piensa: «Voy». Y así, poco a poco (y al final, mucho a mucho) se ensimisma y celebra, se alucina y consuma el va-i-vén.

    Después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

    se llama vaiven.

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  7. DESEO QUE HAYAS TENIDO EL MEJOR DE LOS CUMPLEAÑOS,QUE LA PASES SUPER JUNTO A LAS PERSONAS QUE TE AMAN.

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