Te presentí desde adentro
y fuiste el golpe que no duele,
la vida a doble corazón,
la piel que se transforma y crece.
Te soñé sin conocerte.
Imaginé tus ojos si mirarte
y senti tus manos apretando las mías
con ese "no quiero que te vayas".
Fui testigo de tu anhelo galopante
por descubrir conmigo la luz.
Y fue tu llanto el trino de un pájaro,
y verte fue sentir que a mi vida le faltaba todo antes de conocerte,
y alimentarte fue mi alimento,
y mirarte, fue encontrar mi camino.
Ahora que has crecido,
mientras encuentras tu norte,
y sabiendo que un día soltarás esta mano,
seguiré sembrando en tu vida estrellas para que nunca te falte la luz,
seguiré atrapando nubes
para que nunca le falte cielo a tu vuelo,
seguiré sembrando jardines
para que encuentres en tu camino flores y perfumes,
seguiré cazando rayos
para amainar las tormentas que te alcancen.
Sabrás hija que sin importar lo grande o lo sabia que te vuelvas,
los brazos de mamá estarán listos para cubrirte mientras pase cualquier lluvia y abiertos al sol para darle paso a las mariposas de tus sueños.
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