No hay día en que no piense en ti,
en que tu risa no envuelva mis pensamientos,
y tu voz me susurre que todo está bien,
que así debía ser,
que no había otra manera.
No hay día en que no te extrañe,
en el que tus ojos no paseen por mi alma,
en el que tus manos, que lo hacían todo,
no se pasen detrás de mi oreja
para decirme que levante la cabeza,
que la vida es adelante.
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