Los días cansados a veces se asoman
para gritarle al oído a los sueños dormidos.
Nos despiertan, para recordarnos que la vida es más que la suma de tareas diarias o el café que de nuevo se quedó servido.
Los días cansados a veces se asoman,
para hablarnos del por qué y el para qué,
para zarandearnos la vida,
para recordarnos que
la tristeza es un derecho
y el llanto, un regalo del alma.
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