Hacía tiempo que no escribía, como si me hubieran arrancado del alma las palabras. Es como si en medio del dolor, mi corazón no quisiera sanar por miedo a olvidar aquello por lo que hoy lloro.
Hoy regresaron a mí, para recordarme que el tamaño del dolor, solo puede ponerlo quien lo siente. Traje de nuevo mis palabras a través de las historias de otros, del sufrimiento de otros. De esos que a veces ni imagino por la indiferencia, por mi postura cómoda que me inclina a pensar en el miedo y no en la compasión.
Las palabras regresaron a mí a través de Andrea, una sobreviviente de la vida o de la muerte, no sé...
Ella estaba ahí, al frente, para enseñarme nombres de plantas que no conocía, para hablarme de tantos que a veces prejuzgo y de los que de tanto en tanto huyo. Me habló de lo maravillosa que es la tierra, que con su inmensa bondad, hace cuanto puede por sanar. Me habló de la Suelda-Consuelda, una planta que crece donde ha existido dolor y muerte.
No sé si si la consuela pueda pegar mi corazón y reparar la fuerza que quiebra a veces mi voz, pero estoy segura que si lo imagino, puedo hacer que nazca un diente de león entre mis manos, para que me aferre a la idea de que, aunque siga extrañando a mi mamá, tuve la fortuna de tenerla, de aprender con sus pasos a caminar firme por la vida, de echar raíces y también de arrancarlas para ser un árbol moviente siempre dispuesto a reverdecer y a florecer -a pesar de que no hubiera primavera-.
Andrea me conectó con mis palabras para recordarme que también ayudan a sanar y puso de nuevo en mi mente, algo que no puedo olvidar ningún día de mi vida: el agradecimiento.
Datos curiosos sobre la consuelda (Symphytum officinale)
Su nombre común es Consuelda. Se utilizan las partes aéreas y raíz. Sus componentes principales son la vitamina B12, tantino, ácido rosmarínico, eteroides y mucílago. Se utiliza como regeneradora celular, astringente, antiinflamatorio y cicatrizante.
Como aceite macerado, se usa para masajear articulaciones artríticas, esguinces, moretones y traumatismos. Como ungüento se utiliza sobre cortes limpios y rasguños, sobre la piel irritada, para el acné y la soriasis. Como emplasto, se pone sobre los huesos rotos en el caso de fracturas. Como polvo se usa para las várices y las heridas que no cicatrizan.
Le gustan los suelos húmeros al sol o sombra parcial. No le gustan el invierno . Se convierte fácilmente en maleza.
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