Y no alcanzamos a digerir lo que ocurre
ni al amor con todos sus matices
ni al dolor que siembra parcelas
y no cosecha frutos.
No entendemos las vueltas de la vida
con todas sus trampas,
sus mordazas y silencios.
Nos quedamos con las ganas
tantas veces
y otras nos ahogamos en excesos.
Detenemos el vuelo otras tantas
y no entendemos la fuerza
del viento que nos arrastra.
Pensamos, a veces, que todo lo podemos
y otras que no somos capaces de nada.
Nos creemos ese cuento
de poder manejarlo todo,
de resolverlo solos.
Pero nos damos cuenta
que mirando hacia arriba
en paz y en calma infinita,
se olvida esa necesidad de tener respuestas,
se confía y se dan las gracias.
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