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Te vas
y las paredes se vuelven balas
soy otra vez la sombra abandonada
en una estación de tren en guerra,
la calle hueca por los gritos de la ausencia.
Soy el pan enmohecido
el queso rancio que quedó en la mesa
a la huída de la muerte.
Te vas
y el corazón se torna lento
como la gota que rueda después de la lluvia
como el pájaro que sostiene el viento
y soy de nuevo
el canto triste de un sapo en la tarde
el caracol que dejó su casa al borde del mar
un relámpago sin trueno
un paisaje de oriente
el recuerdo de eso que quise olvidar
el primer lunes de Enero.
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